jueves, 8 de junio de 2017

EDUCACIÓN Y EMOCIÓN. REFLEXIONES



Si entendemos la educación como un proceso de aprendizaje para la vida, la educación emocional resulta imprescindible porque contribuye al bienestar personal y social. La neurociencia ha demostrado que las emociones mantienen la curiosidad, nos sirven para comunicarnos y son imprescindibles en los procesos de razonamiento y toma de decisiones, es decir, los procesos emocionales y los cognitivos son inseparables.


Las personas con parálisis cerebral pueden consolidar un aceptable nivel de autonomía y calidad de vida cuando se implementan enfoques educativos que evitan centrarse en el déficit y se aprovechan las capacidades potenciales y los recursos del entorno. Evitar centrarse en las dificultades de estos alumnos o alumnas no significa ignorar sus múltiples discapacidades que se han de tener en consideración para tratarlas en la medida de lo posible y para ajustar adecuadamente el plan de intervención, pero sin que el déficit en sí mismo constituya el centro de la actuación educativa. Las personas con parálisis cerebral son particularmente vulnerables a aprender a ser pasivas y a sentirse indefensas.



Asumiendo que todos los alumnos pueden mejorar, las expectativas del profesor hacia ellos han de ser siempre positivas y no le han de condicionar actitudes o comportamientos pasados negativos
Otro aspecto importante es que no se insiste en que el alumno domine muchas competencias o lleve a cabo variadas actividades sino en que sea capaz de ejecutar tareas funcionales y significativas, ajustadas a sus posibilidades, en diferentes contextos y con diferentes personas.


La programación para estos alumnos tiene como referente principal su calidad de vida, la participación en el contexto, el desarrollo de la comunicación, la autonomía personal y las habilidades sociales que favorecen su intervención en la vida familiar y en entornos diversos.



Los docentes hemos de generar climas emocionales positivos que faciliten el aprendizaje y la seguridad de los alumnos. Para ello hemos de mostrarles respeto, escucharles e interesarnos (no sólo por las cuestiones académicas). La empatía es fundamental para educar desde la comprensión.




El clima emocional del aula es un factor esencial para favorecer o dificultar el aprendizaje. La esperanza en el éxito y el poco miedo hacia el fracaso son un impulso decisivo para la motivación y para el aprendizaje. La autoestima, capacidad para disfrutar con el trabajo y el éxito son otros factores esenciales para la motivación.



La neurociencia ha demostrado la importancia de hacer del aprendizaje una experiencia positiva y agradable. Sabemos que estados emocionales negativos como el miedo o la ansiedad dificultan el proceso de aprendizaje de nuestros alumnos A los seres humanos nos cuesta reflexionar, pero somos curiosos por naturaleza y es esta curiosidad la que activa las emociones que alimentan la atención y facilitan el aprendizaje.

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